Delincuencia infanto-juvenil grave: el caso de los homicidios cometidos por niños.

En el suplemento dominical de El Pais (6 de Julio de 2008), la periodista M. Perez Oliva incluye un interesante reportaje sobre algunos de los asesinatos recientes y cometidos por menores en España.

http://www.elpais.com/articulo/portada/puede/matar/nino/elpepusoceps/20080706elpepspor_7/Tes/

El reportaje, que compila esta realidad criminológica, esta muy bien documentado y con numerosas referencias técnicas apropiadas. Nos presenta un fenómeno que siempre tiene un enorme impacto social y que genera numerosos interrogantes. Quizás el más destacado es el que hace referencia a los porqués de este comportamiento tan, aparentemente, “antinatural”. Como sucede en cualquier fenómeno complejo, y éste lo es, no hay una única causa y que, además, sea común a todos los asesinatos u homicidios que cometen niños y adolescentes en nuestro entorno social actual. La mezcla de oportunidades, necesidades criminógenas, conflictos familiares y alteraciones psicológicas diversas justifican cada uno de estos sucesos criminales.

Cuando nos enfrentamos a un caso de este tipo, un asesinato cometido por un menor, la legislación y los recursos psicosociales tienen respuestas para intervenir de forma inmediata y con una razonable eficacia. No podemos decir lo mismo de los medios de comunicación y algunos opinadores que por lo general suelen tratar estos casos como un ejemplo del desastre social en que algunos creen vive la sociedad occidental moderna.

Un segundo interrogante surge también de forma automática ¿como podemos evitar que en el futuro vuelva a suceder? Para esta pregunta no hay respuestas claras porque al ser sucesos tan infrecuentes y esporádicos parece tarea imposible la predicción y, consecuentemente, la prevención. Sin embargo esta misma pregunta tiene otra respuesta más optimista. Si bien es cierto que la incidencia de estos sucesos es muy baja, cada vez conocemos mejor los factores de riesgo asociados a comportamientos violentos que, sin ser tan graves guardan una cierta relación con los que venimos comentando.
Pervenir el futuro de la violencia delicitiva de los jóvenes requiere programas específicos que actúen sobre aquellos factores de riesgo identificados y, por lo que sabemos, estos no abundan y son más bien escasos. Quizás no esté justificado diseñar programas de prevención de los homicidios cometidos por niños o adolescentes pero, indudablemente que es necesario disponer y aplicar programas de prevención de la delincuencia violenta entre los jóvenes. Los costos de los programas (que suelen ser elevados) se rentabilizarían notablemente al producir un descenso futuro tanto del sufrimiento y secuelas potenciales de las víctimas como de los gastos sociales que generan el internamiento y tratamiento rehabilitador de los delincuentes.