VIOLENCIA POLITICA, PROTESTAS SOCIALES Y JOVENES.

           
    En unos días hemos visto, como espectadores afectados, sucesos preocupantes a raíz del conflicto de Can Vies en Barcelona. Un lunes se produce una actuación policial brusca e intensa para desalojar un edificio ocupado desde hace 17 años en el barrio de Sants de Barcelona. El mismo día se inicia una serie de intensas protestas vecinales y juveniles – que aún no parecen resueltas a pesar de la tregua aparente -  casi todas ellas violentas y algunas muy violentas, en respuesta al desalojo y que son causa de una importante  respuesta policial. Como consecuencia se produce también un gran debate político y social, especialmente en los medios de comunicación, sobre temas que alcanzan la legitimidad de la acción social y política de las autoridades públicas, los funcionarios y los ciudadanos. 

              Los hechos que se están sucediendo de forma hilvanada, los más graves, son preocupantes porque son actos declarados de violencia política. Estas protestas son complicadas de analizar y entender. No son iguales a las que sucedieron recientemente en Grecia, por ejemplo, que son nítidamente debidos a la crisis económica y que tenían una participación social muy diversa y masiva.

             Los incidentes violentos que hemos visto esta semana pasada, especialmente en el barrio de Sants, se parecen mucho a otros que ya han sucedido en Barcelona y que acontecen con una cierta periodicidad. Casi se enlazan históricamente con las acciones violentas de la época de la transición, la mayoría de ellas protagonizadas por jóvenes. Pero no deja de ser paradójico cómo han evolucionado las protestas a raíz del desalojo de Can Vies. Un día vemos como un grupo de jóvenes queman la máquina excavadora que estaba en el solar objeto de litigio y otro día la adornan con flores y, también, la coronan con un cartel de precios de bebidas. Pero lo que de verdad preocupa es la violencia que acompaña a estas protestas.



                 ¿Porque hay violencia política cuando hay manifestaciones y protestas? Por varias razones y todas ellas contribuyen de forma combinada y circunstancial, pero con el mismo resultado, a generar las acciones violentas e ilegales: ataques a bancos u otros negocios, quema de contenedores, agresiones a las fuerzas policiales o a quien se enfrente con ellos, etc.. De forma breve podemos decir que la primera razón por la que hay violencia política es porque hay activistas políticos que tienen en su ideario la necesidad de actuar violentamente,  contra los símbolos del poder y aquellos otros elementos que están en su punto de mira. Estos idearios plantean el uso de la violencia para conseguir el cambio político que persiguen. Entre estos idearios están, principalmente, los planteamientos fascistas, nacionalsocialistas, anarquistas y comunistas. Y estas ideologías, con más o menos seguidores, siguen  presentes  – parece que ahora tienen más seguidores que hace una década – y emergen de forma reiterada. Recordemos el ataque a la delegación del gobierno de Cataluña en  Madrid o los actos violentos en el contexto de la protesta de Burgos, en el barrio de Gamonal, de hace unos meses o la “kaleborroka”. Estas ideologías no han cambiado mucho en sus postulados y propuestas de acción política prácticamente desde su origen.


              La segunda razón tiene que ver con la realidad de las protestas y las manifestaciones públicas más o menos mayoritarias o masivas. Estas protestas son un marco doblemente atractivo para los violentos. Primero porque creen que son las evidencias que anunciaban sus pronósticos políticos a los que ellos han de aportar su acción revolucionaria y que, además, han de liderar. Y porque les permiten actuar anónimamente y evitar la acción de la justicia. La actuación, muchas veces planificada y coordinada, se produce escondida entre los manifestantes. También creen que sus acciones van a ayudar a mantener y catalizar las protestas que ya están en marcha ,y porque al agravar los efectos de las protestas facilitan que estas sean más eficaces. Asimismo y como sus acciones provocan actuaciones de la policía que dejan nuevas “víctimas de las protestas”, los detenidos se retroalimentan sus creencias políticas y justifican la continuidad y agravación de sus actuaciones.

               Existen muchas otras razones más que explican los sucesos violentos y que aportan su pequeño efecto a las protestas y las acciones violentas: el atractivo y la oportunidad que tiene esta situación de conflicto para jóvenes y otros ciudadanos antisociales – a veces venidos de otros países -  sin adscripción política, el malestar social debido a la crisis económica y social presente y/o los errores de los gestores públicos en resolver algún aspecto de problemas como el propio desalojo de Can Vies. Las situaciones tan complejas siempre tienen causas y realidades complejas, que no son susceptibles de simples análisis unidimensionales.  

                  Este movimiento de protesta pacífica y de también de protesta violenta lo llevan a cabo, mayoritariamente, jóvenes muchos de los cuales eran niños y niñas cuando se inició la ocupación de Can Vies. Entre ellos la mayoría actúan con disgusto y enfado, con ira, cólera e indignación derivada de la frustración que representa el  desalojo de lo que ya es como “su” propiedad, y lo que esto representa como fin de sus proyectos ya diseñados. Para otros las razones tienen que ver con su convicción política y, al final, para muchos otros las razones son una combinación de ambas. Los que protestan tienen razones, sus razones. Algunas son compartidas por muchas otras personas, aunque no están directa ni indirectamente relacionados con el caso concreto de Can Vies. Por ejemplo los motivos relacionados con la parte negativa de la situación social y que se añade a la base de la protesta: paro juvenil, difícil acceso a la vivienda, corrupción política, falta de perspectivas personales, problemas económicos, etc.. Estos motivos son compartidos por muchos ciudadanos si bien la mayoría de éstos no participa en las protestas violentas. Hay otros motivos de carácter positivo que también son relevantes: la acción cultural y vecinal que llevaban a cabo, la creatividad de sus propuestas, las experiencias alternativas, etc.. La defensa de estas realidades también forma parte de la base de las protestas.



                Pero lo que de verdad preocupa, hace cambiar la actuación de las autoridades  y la opinión de los ciudadanos es la acción violenta ¿por qué aparece reiteradamente esta violencia? En nuestra opinión las razones no son, de forma destacada, la crisis social o política, éste es el escenario actual donde suceden los hechos violentos y éstos actos también aparecían en momentos de mejor situación económica. En nuestra opinión la razón es la propia acción intencionada de los jóvenes violentos que las programan y llevan a cabo. Algunos sociólogos y sociólogas han querido ver en estos hechos un nuevo Mayo del 1968 o la cruda expresión de la situación de crisis socio-económica tan grave que sufren los ciudadanos españoles y catalanes. También, en cierto modo y en congruencia con la anterior referencia histórica, distinguidos psicoanalistas han diagnosticado la existencia de ciertas fuerzas inconscientes y rasgos psicopatológicos en los jóvenes actores de la violencia como sustento de estas acciones violentas, en consonancia con obsoletas teorías de la psicología de los jóvenes. La parsimonia de los analistas y los conocimientos actuales disponibles deben guiar la interpretación de los hechos de violencia política que están sucediendo y no la especulación psico-social basada en planteamientos obsoletos.

            La violencia política que estamos contemplando está motivada por muchas razones, y si exageramos un poco, podríamos decir que cada actor que la ejecuta tiene las suyas, pero las más generalizadas son las creencias ideológicas de credos políticos revolucionarios y radicales bien conocidos, propios del siglo pasado y que, casi siempre, se combinan con una notable inmadurez psicosocial de los jóvenes violentos. Muchos creen que por medio de esta violencia se alcanzan mejoras  y que es el único camino a seguir para el desarrollo de una sociedad justa y equitativa. Desgraciadamente la historia moderna ha demostrado que casi siempre la violencia política no consigue mejorar aquello que se propone y produce un sufrimiento en víctimas y agresores que es mejor evitar.