Delincuentes sexuales reincidentes y la rehabilitación.

El problema de cómo rehabilitar a los delincuentes crónicos y de alto riesgo de reincidencia -  agresores sexuales, pederastas reincidentes y otros tipos de delincuentes violentos crónicos - no se debe tratar desde las creencias y el desconocimiento, porque de ese modo solamente se acrecientan las actitudes punitivistas y vengativas que últimamente predominan a nivel social y que son contrarias al pensamiento occidental avanzado en relación a la rehabilitación de los delincuentes. Las recientes declaraciones de J. Urra sobre la forma de actuar frente estos delincuentes son un error y no solo deontológico, sino técnico. Además este error, cuando viene de un psicólogo popular y mediático, con gran presencia social y comprometido con muchas causas altruistas, tiene mucha repercusión. Incluso puede afectar a las actitudes acerca del servicio público que se ofrece para la rehabilitación de los delincuentes en las sociedades del bienestar. 


Hoy, en La Vanguardia de Barcelona J. Urra aclara sus afirmaciones sobre "confrontar al delincuente crónico e irrecuperable con el suicidio" 

(http://www.lavanguardia.com/deportes/20140818/54413147929/urra-sugiere-el-suicidio-como-salida-etica-para-pederastas-irrecuperables.html). En mi opinión el error que comete Urra viene de sumar tres ingredientes inadecuados para la conclusión a la que implícitamente se llega y que es de que no hay nada que hacer con "...aquellos violadores en serie, pederastas multirreincidentes, psicópatas que no muestran arrepentimiento, ni culpabilidad, que no sufren con las víctimas a las que tanto daño han causado..."(sic J. Urra). Javier Urra ha sumado tres componentes que están en la base de su error: los tres componentes son: "desconocimiento científico" + "pesimismo práctico"  + "punitivismo vulgar".  Veamos los componentes con más detalle:


a) Desconocimiento científico. La creencia extendida de que "nada funciona" para la rehabilitación de los delincuentes (especialmente los violentos y crónicos) es falsa. Hay numerosas evidencias que han demostrado que los tratamientos rehabilitadores, aplicados a los delincuentes, tienen un efecto positivo que mejora su conducta y reduce el riesgo de reincidencia de forma significativa. Este efecto es comparable a muchos tratamientos médico-sanitarios y otros tipos de intervenciones psico-sociales actuales para problemas análogos. Podríamos mencionar muchas referencias bibliográficas para sustentar la anterior afirmación. Baste aquí con indicar - para quien quiera ampliar estos conocimientos - el libro de Santiago Redondo titulado "Intolerancia Cero"  (Ed. Sello Editorial, 2009) donde se explican estos avances de forma ágil y bien contextualizados.


Reducción del % de reincidencia delictiva por efecto de los
tratamientos en prisión  y según el tipo de delincuente (Redondo, 2008)


b) Pesimismo practico. Muchos profesionales que llevan años trabajando con este tipo de poblaciones penitenciarias, análogamente a los que lo hacen con enfermos crónicos o poblaciones en riesgo de exclusión social muy resistentes, suelen mostrar actitudes pesimistas hacia el futuro y no les falta motivo para ese pesimismo. Esta actitud está basada en su realidad diaria que, de forma comprensible, avalan la idea - convergente con la anterior - de que "no hay solución" y optan por aparentes soluciones simplistas y tajantes.  A veces estas actitudes no son más que el reflejo de una cierta desesperanza por los escasos resultados de su actividad entregada y sufrida. Pero a este "cansancio" se le suma, en el caso de los delincuentes que provocan dolor y victimizan a personas vulnerables e inocentes, un cierto deseo eugenésico de acabar con el riesgo de nuevas agresiones. Pero la realidad "completa", no solo su experiencia personal, permite un cierto optimismo. Hay muchos delincuentes que no reinciden despues de cumplir su condena, incluso también entre los más aparentemente violentos y crueles. Pero claro que hay que son muy resistentes al cambio y que pueden volver a atacar y dañar a nuevas víctimas. A ellos hay que atenderlos en función del riesgo que representan realmente y adoptar las medidas necesarias y realmente comprometidas con la seguridad de las posibles víctimas así como con sus características personales y sociales. Estas medidas pueden incluir el internamiento y la incapacitación permanente, si el caso lo requiere.





c) Punitivismo vulgar. Es fácil resumir este argumento si recordamos una frase, ciertamente desgraciada, pero habitual y que se pronuncia cuando después de un asesinato de una mujer por su pareja, el asesino se suicida. Se suele oír  "pues podía haberse suicidado antes". La violencia no se combate con más violencia. La pena de muerte - al final la única forma de evitar la probabilidad que una persona reincida - es algo del pasado y no es solución de nada. Lo mismo pasa con la cadena perpetua y otras medidas similares. Esta claro que hay que evitar la reincidencia, pero no es eficaz aplicar solamente el castigo para ello, hay otras técnicas preventivas y hay que aplicarlas porque son más eficaces. Los problemas sociales, como la violencia, no se solucionan con el endurecimiento de las penas y los castigos, hay otras soluciones que se pueden aplicar. Por ejemplo, en el caso de los delincuentes sexuales de alto riesgo se ha empezado a probar una nueva técnica la de los "Círculos de Apoyo y Responsabilidad" en un proyecto piloto en Catalunya que es complemento a los programas vigentes establecidos en las prisiones para este tipo de delincuentes.




                         ( http://www.boletincriminologico.uma.es/boletines/151.pdf ) 


Así pues y a modo de conclusión me gustaría indicar que el error de mi colega, le debe mucho a combinar estos ingredientes de forma absoluta: no hay nada que hacer, el futuro es desesperanzador y por tanto solo queda una "ultima solución". Esto me parece que se destila de las palabras de J. Urra y que después ha matizado. Su error son una combinación de estos ingredientes. Entre su conclusión de "cuestionarles para que viven" (manera un tanto eufemística de referirse al suicidio) y el convencimiento de que la pena de muerte es una solución para estos delincuentes solo hay un paso. Quizás sea, esto que digo, un argumento final de enorme dureza, pero las actitudes sociales de este calibre se cristalizan muy rápidamente y después es difícil eliminarlas.  


 De hecho solamente asumiendo que los tres ingredientes mencionados no son absolutos se puede llegar a una conclusión diferente. Si modulamos un poco: algo eficaz podemos hacer porque está demostrado, el futuro mejorara si hacemos lo adecuado para que mejore y, por ultimo, además de castigar hay otras cosas mas inteligentes que hacer para gestionar el riesgo de la reincidencia incluso de los delincuentes de mayor riesgo de violencia.