Feminicidios en España:Enero-Febrero de 2017..... que se puede hacer mas?


Feminicidos, parricidios y suicidios:¿qué más se puede hacer para evitarlos?



EN AGOSTO DE 2015 PUBLIQUE ESTE POST. EN LOS MESES ENTRE JUNIO Y AGOSTO HABIAN SIDO ASESINADAS 15 MUJERES....

ENTRE ENERO Y FEBRERO DE 2017 YA SON 16....

ES INTOLERABLE... POSIBLEMENTE NO SE PUEDAN ERRADICAR DE FORMA ABSOLUTA ESTOS SUCESOS, PERO HAY QUE CONSEGUIRLO....  ESPECIALMENTE AQUELLOS DONDE YA HABIA CONOCIMIENTO, DENUNCIAS Y ANTECEDENTES DE VIOLENCIA CONTRA LA PAREJA QUE, FINALMENTE, ES ASESINADA POR SU PAREJA O EX-PAREJA








Esto es lo que decía el post de Agosto de 2015, desgraciadamente sigue siendo válido....

Estos tres últimos meses, desde Junio hasta hoy, están siendo terribles en cuanto refiere a la violencia de género, familiar, doméstica, contra la pareja o machista. Quizás es el período más negro en lo que va de siglo y ahora se sigue este tema con atención y de forma detallada. Casi se han multiplicado por dos las muertes de mujeres y sus familiares de las que hasta Junio habían sucedido en España este 2015. Esta acumulación de crímenes son casi una excepción en la serie histórica de los últimos 15 años. La estadística nos indica que, con una cierta estabilidad anual, en promedio, mueren asesinadas unas 60 mujeres por sus maridos, novios, parejas o exmaridos, exnovios o exparejas. Una de las tasas mas bajas en la UE pero que debería recudirse a cero. En otras dos o tres ocasiones anteriores se había producido alguna situación semejante de acúmulo de casos criminales. Así, en Cataluña, en trece días de Diciembre a Enero de 2010 se sucedieron 5 feminicidios. A esta estadística tremenda de feminicidios hay que unirle diversos parricidios y suicidios en el contexto doméstico, familiar y de pareja. Son cifras que producen escalofrío. Otra vez la brutalidad desatada de 14 hombres ha asesinado a las mujeres que eran sus parejas o exparejas, a sus hijos e hijas y también a otras víctimas (madres, suegras, amantes, amigas…). En varios casos, al menos 4, los autores de esos delitos se han suicidado inmediatamente después de los crímenes por ellos perpetrados.

(Andres-Pueyo, 2015)

En todos los casos se ha superado el límite moral y legal de actuar contra la vida de las mujeres de una forma intencionada, voluntaria y consciente. Entre las causas se encuentran el desprecio a la mujer y a la familia, el odio a sus parejas, la ofuscación machista, la ira descontrolada, los celos sexuales, los deseos de venganza, la obcecación, la frustración por la ruptura sentimental y el dominio que a veces comporta y, también, el convencimiento patológico de que debían comportarse así ya que con la muerte se  resolverían sus problemas, fuesen reales o imaginados. Todos estos factores, a los que se les unen muchas veces el desequilibrio emocional, la disponibilidad de armas y la intoxicación etílica, entre otros factores de riesgo, anidan en la mente del agresor y le llevan a tomar la criminal decisión de acabar con la vida de la mujer que es o a sido su pareja sentimental. Esa decisión se extiende, incluso, a sus hijos y otros allegados. La motivación es dañar a la mujer, producirle la muerte o un dolor intenso, crónico e incapacitante. La intención de matar es lo que guía al maltratador feminicida, al asesino machista que pone por delante su egoísmo y desconsideración frente a los preceptos éticos, morales, legales y humanitarios.



Como es natural toda la sociedad, los políticos, los gobernantes, los “opinadores” y cualquier ciudadano y ciudadana se alarman ante estos hechos de los que la prensa se hace eco puntual. Llenos de consternación piden el final de estos asesinatos, demandan a los que pueden tomar medidas y ordenar leyes que sean capaces de mejorar la prevención de estos hechos. Pero, desgraciadamente, no es tarea fácil y menos aún exclusiva de la policía, los jueces y otros responsables de la seguridad. En esta tarea, por mas que esté dicho es bueno repetirlo, la colaboración de todos los organismos del Estado (servicios sociales, sanitarios, laborales, etc..), de la llamada “sociedad civil”, etc.. es imprescindible. Y no es una frase hecha, una idea comodín, es imprescindible. La principal razón de esta exigencia es que la gran mayoría de estos graves delitos se conocen sin que antes hubiese una detección precisa de esa realidad o potencialidad dañina. Solamente entre un 22-25% de estos feminicidios tenían antecedentes policiales de denuncias en un plazo anterior a un año y por tanto la primera noticia de esta realidad violenta es el mismo hecho que la trae a primer plano de la actualidad.

Frecuencia de asesinatos de mujeres con referencia a si había denuncia anterior (fuente Gobierno de España, 2015)

La lucha organizada y perseverante contra la violencia de género es algo que ya forma parte de nuestra legislación y realidad social. En general las cosas no se han hecho del todo mal y, en contra de lo que piensan algunos, la promulgación de la Ley Orgánica contra la Violencia de Género y otras iniciativas públicas han ayudado a que, en el conjunto de los fenómenos que agrupa la violencia de género, éste fenómeno se haya reducido. Pero esta visión está distorsionada por la de los asesinatos de mujeres. Utilizamos este índice como único termómetro de la lucha contra la violencia de género y esto es poco preciso. Claro que lo más grave de la violencia es el asesinato, pero la evaluación de la eficacia de la lucha contra la violencia de género no pasa solamente por “contar” las muertes, hay otros indicadores más válidos y fiables que han demostrado la mejora en este terreno. Pero el problema de los feminicidios tiene interés por sí mismo y debe enfrentarse con estrategias más complejas y especializadas que el resto de fenómenos de la violencia de género, aquellos menos graves en términos de consecuencias para la víctima.

La prevención de los asesinatos de pareja en el contexto de la violencia de género es extremadamente difícil. A la baja prevalencia de estos hechos, que los convierten en prácticamente impredecibles, se le junta la relativa imprecisión predictiva de los protocolos de valoración de riesgo, sobre todo para anticipar el feminicidio y la inexistencia de claros predictores propios y específicos del feminicidio bien contrastados.



Se habla de mejorar el sistema de valoración del riesgo policial de violencia de género para combatir los feminicidios, por otra parte uno de los más sólidos de los que existen en Europa y otros países avanzados en esta temática. Mejorar la capacidad predictiva es una medida adecuada por sí misma porque estos instrumentos hay que calibrarlos y ajustarlos de forma continuada en relación a los cambios sociales y la dinámica de la lucha contra la violencia de género. Pero esta medida no es suficiente, ni su mejora comportará una reducción significativa de estos crímenes. Hay dos razones que avalan la anterior afirmación: la primera es que de los casos de feminicidio solamente se tiene información de denuncias o maltrato anteriores en un escaso 22% al 25% y por tanto por más que se mejore la capacidad predictiva el máximo efecto de su acción preventiva será escaso (solo afectaría al 25% si se anticipara sin error  - algo totalmente imposible - todos los posibles futuros feminicidios). La segunda es que en muchos casos de feminicidio no hay historia conocida ni significativa de problemas de violencia de pareja. Esta es una importante paradoja que no es fácil comprender, pero que hay que tener presente para diseñar una política preventiva. La mayoría de los feminicidios no son siempre el final de una historia larga de maltrato físico o psicológico conocida y detectada, muchas veces lo son pero en otras ocasiones suelen estar asociados a crisis existenciales y anímicas muy profundas del agresor en conflicto (real o imaginado) con su pareja. Estas crisis están vinculadas a la separación y el abandono por parte de la pareja, a la perdida de los hijos, etc.. y por eso es relativamente frecuente la comisión del feminicidio y el suicidio o la entrega a la policía a continuación. Esta asociación entre asesinato y suicidio o entrega del agresor es casi única en los feminicidios comparados con otros tipos de asesinato. Muchos de estos asesinos afirman que era la “única solución” a su problema con la pareja. Reconocen la autoría de esa conducta delictiva, saben de lo inmoral, ilegal y rechazable de la misma, pero indican, insisten y, sin aparente perdida de la racionalidad, que debían hacerlo.

Y ¿qué podemos hacer para prevenir los feminicidios?. En particular la prevención de los asesinatos de pareja se fundamenta en la detección precoz, la valoración del riesgo específico de “feminicidio”, no de violencia de género en un sentido genérico (lesiones, humillaciones, amenazas..), sino de ese resultado letal y la adopción de estrategias de gestión de ese riesgo de feminicidio. Las valoraciones propias de un posible y futuro feminicidio se han de activar cuando haya indicios de ese hecho. Entre estos indicios aparecen, sobre todo las amenazas y las ideas, fantaseadas o declaradas, de cómo realizar el feminicidio, también  las amenazas directas de asesinato de la mujer – especialmente si la mujer les da credibilidad y le atemorizan - y suicidio del agresor. Estos indicios adquieren gran valor cuando se dan en un escenario inmediato de separaciones muy contenciosas, cuando el hombre tenga ideas suicidas o haya tenido episodios de depresión grave en su biografia o cuando se manifiesten ideas de obcecación y predominio absoluto de la situación de conflicto con la pareja que ocupan toda la esfera mental y emocional del varón y ocupen toda su conciencia presente y futura, etc.. No hay ningún indicador “preciso” de un futuro feminicidio, pero los técnicos tienen que estar preparados para prever este escenario, considerar la posibilidad de que aparezca y valorar su probabilidad de forma concreta y no necesariamente subordinada a la continuidad de la violencia de género en casos donde la historia de la pareja tiene este factor de riesgo registrado.

Items del Danger Assessment Tool especifico para predecir feminicidios (adap. española Andres-Pueyo, 2008)

Resultados de valoración del riesgo de feminicidio del DAT

Una última consideración obtenida de la experiencia de otros países que han dedicado esfuerzos en esta lucha preventiva de los feminicidios. Los responsables judiciales y policiales deberían activar con una cierta urgencia los llamados “comités de evaluación post-feminicidio” que, análogamente a los comités de expertos que analizan los accidentes aéreos, reconstruyan los sucesos y los hechos inmediatamente anteriores a cada feminicidio para intentar discernir que factores son los más relevantes en estos casos y, así generalizar estos descubrimientos en los procesos de valoración de riesgo de feminicidio futuros. Hay que tratar, por cualquier medio, de avanzar en el conocimiento y obtener nuevas evidencias de los determinantes específicos de estos crímenes, sino la tarea de su prevención es posible que siga siendo casi imposible.